martes, septiembre 29, 2009

Crepúsculo, Stephenie Meyer

Tenemos un cambio, pasamos de libros con contenido, más bien históricos, de historias complejas a la frivolidad pura. Pero todo es literatura y todo merece ser leído y comentado.

Y no había oído de esta historia best seller hasta que un día en la Universidad, una amiga me oyó decir que me gustaba mucho leer y me preguntó si había leído algo de la saga. Siendo sincera, no la conocía ni de nombre, así que me compré el primer tomo.
Siempre me he reconocido como una persona soñadora, imaginativa y romántica, que todavía sueña con príncipes azules. Es por esto que Crepúsculo de Stephenie Meyer me cautivo cuando empecé a leer. Era romanticismo puro, miel y más miel que se derramaba por cada página, un hombre de ensoñacion para cualquier mujer. Edward parecía simplemente perfecto, se enamoraba de una humana como cualquiera, Bella, la que no tenía nada de especial y era encantador bajo cualquier punto de vista. Resumiendo, lo devoré.

(Si no quieres saber qué pasa en el libro, no sigas leyendo...ya avisé!)

Pero al terminar, y entre la vorágine por conseguir el siguiente tomo, noté cierta desazón en mí. La historia era perfecta, sí. Él lo dejaba todo por ella, enfrentaba a su familia y al mundo por el derecho de quererla y a pesar de su perfección, tenía miedo de no ser correspondido. Ella había notado desde un comienzo que no era normal, descubre que es un vampiro y no le importa, y es capaz de enfrentalo todo por el amor de Edward. Ella se pone en peligro por él y casi pierde la vida, pero él la salva heróicamente. Y terminan felices, comiendo perdices.
Pero es todo demasiado perfecto. Y eso que lo dice alguien cuyo segundo nombre es elampagosa, que disfruta con todo lo cursi. Edward no es creíble, es demasiado pasivo, demasiado comprensivo, demasiado perfecto, demasiado preocupado. Es DEMSIADO. Y Bella, bueno, su torpeza es excesiva, su falta de sorpresa y miedo frente a la condición de vampiro de su novio es realmente fantasiosa y la pasividad frente a lo que hace Edward es irreal. A ver... ¿qué persona cuerda en este planeta responde con indiferencia y nada de escepticismo frente al hecho que un compañero sea vampiro?

Creo que Meyer comete el error de simplificar todo en demasía, de caer en lo burdo en el relato y en los personajes. Las mujeres no somos tan pasivas, tan perfectas...y creanme que los hombres tampoco!¨Creo que el mérito habría sido mucho mayor si hubiese conseguido una historia igual de romántica pero con personajes creíbles, más sólidos y consistentes, y con los pies más en la tierra. En fin, un libro que, admito, he releído pero que cada vez me deja un sabor más amargo que dulce en la boca.

domingo, septiembre 20, 2009

El Lector, Bernhard Schlink

Este mes tuve una sorpresa inesperada: dos semanas de vacaciones, una más de lo habitual. En septiembre se celebra el aniversario de Chile y generalmente tenemos una semana libre, pero este año obtuve una más debido a problemas en la Universidad. Hoy terminan y debo decir que no fueron productivas en lo literario. Disfruté muchísmo del tiempo libre, de la primevera y de otros pasatiempos, pero no leí. Hasta que esta semana pasé con mi mamá por una librería y salí con nuevas adquisiciones, una de ellas El Lector, de Bernhard Schlink. Es un libro corto, rápido de leer. Cautivante al máximo, la historia nos lleva a la Alemania post II Guerra Mundial y nos presenta a Michael Berg, un adolescente de 15 años que viene recuperándose de una enfermedad. Un día conoce a Hanna Schmitz, una cobradora de tranvías de 36 años quien lo ayuda y más tarde se convierte en su amante. Viven un romance apasionado, marcado por las lecturas que él hace en voz alta a pedido de ella y por los descubrimientos de Michael sobre la sexualidad, las mujeres y el amor. Pero un día Hanna desaparece y no la vuelve a ver hasta seis años después, cuando siendo él alumno de Derecho va a ver un juicio contra las guardias de Auschwitz y se la encuentra en el banquillo de los acusados.

Cuando Michael vuelve a la casa de Hanna después de un primer encuentro y acepta acostarse con ella, jamás podría haber imaginado lo que ese paso significaría para él. Siendo un muchacho de 15 años, no conocía lo que significa una relación de pareja, el amor o siquiera las mujeres y con Hanna el mundo se abre ante él. Se siente feliz, pero ansioso y siempre preocupado de agradarle, poniendo atención a cada detalle y sintiendose culpable de todos los problemas de su inusual relación.
El libro en realidad se trata de cómo enfrenta Michael su primera relación, todo el secreto que la envuelve y el paralelismo que se forma en su vida. Se trata de cómo lo afecta el abandono y cómo Hanna definirá el resto de su vida. Él trata de no pensar en ella y años desués se convierte en un mísero recuerdo, pero no se da cuenta que condiciona su forma de relacionarse con el mundo y las mujeres. Le teme, la anhela, la extraña y la odia.

Enfrentarse a la realidad de verla de nuevo y de conocer el pasado que ella siempre evitó lo hacen obsesionarse cn ella de nuevo. La sigue en los juicios, la entiende, trata de comprender sus motivos. Y cuando finalmente el juicio llega a su fin, trata de sacarla de su vida, pero inconcientemente siempre vuelve a ella. Se resiste, pero sin saberlo sigue atado a ella. Y lo estarán por siempre.

miércoles, septiembre 16, 2009

El niño del pijama a rayas, John Boyne

Libros, historias y películas sobre la II Guerra Mundial y el Holocausto hay por miles. Es un hecho que permanece en el subconciente de todos como la tragedia más grande de el siglo pasado, la crueldad más enormemente concebida y el alcance del odio y la crueldad humana. Se nos enseña en los colegios, se nos leen relatos y vemos películas, para terminar siempre en la mente con un "nunca más".

En la época contemporánea es difícil emocionarse. La violencia y escenas trágicas están por todos lados, son temas manoseados hasta en cansancio en diarios, telediarios y películas, donde todo parece irreal y lejano. Somos ya impermeables e invulnerables.
Es por eso que se agradece un libro como "El niño del pijama a rayas" del irlandés John Boyne. En él no se encuentra ninguna novedad histórica, nada que no haya sido contado antes, tampoco se reduce o aumenta el horror que significó el Holocausto. Pero aporta ingenuidad, emoción y una mirada nueva que llega a la fibras sensibles ocultas y nos hace volver a sentir.

Vemos el mundo de la Alemania del año 43' a través de los ojos de Bruno, un niño de nueve años que, como dice la contraportada del libro, tiene que mudarse a una casa que tiene una cerca a un lado. Es inocente, imaginativo, explorador. No sabe pronunciar muchas palabras y adora a su padre por sobre todas las cosas. Siempre quiere saber y por eso se molesta mucho cuando no entiende lo que pasa alrededor de su nuevo hogar.
No contaré más de la trama porque gran parte del encanto del libro yace en ella y no quiero arruinarle la sorpresa a nadie. Para poder disfrutarlo al máximo debemos olvidar nuestra edad y volver a ser niños, mirar el mundo cmo lo hace Bruno y tratar de entender todos los sucesos y gente extraña que lo rodean. Puedo decir que en esta visión infantil encontramos el mejor ejemplo de las contradicciones y lo ilógico de situaciones así. Bruno no puede pronunciar correctamente "Führer" y cree que "Heil, Hitler!" es como decir "que tenga usted buen día", mas no obstante se encuentra inmerso en esa realidad que no entiende y que rige su vida. En sus preguntas se encuentran las de cientos de generaciones que todavía no logran descubrir el por qué de tanto odio.

Es una lectura corta, rápida y sencilla hasta casi rozar lo burdo. Pero no por eso menos emotiva, fuerte e inteligente que libros enormes de doble de páginas y palabras difíciles. Si en lugar de tantas películas y clases de historia los colegios hicieran leer esto, todo sería mucho más claro y entendible para los estudiantes.