lunes, octubre 19, 2009

Como agua para chocolate, Laura Esquivel

Casi va a ser un mes desde que no posteo, han sido realmente semanas horribles en la Universidad. Así que traigo este libro que leí hace muchos años y que, haciendo orden, encontré por ahí para releerlo.
Como agua para chocolate es un libro que da hambre. La publicación original fue por capítulos en algún medio escrito, por lo que cada uno está armado como y según una receta de cocina. Laura Esquivel, la autora, intercala la trama narrativa con la preparación de cada platillo y todo lo que ocurre en los episodios tiene que ver con ingredientes, sabores y, siempre, con cocina, por lo que recomiendo tener algo sabroso a mano.

Tita es una mujer desdichada, a la cua la suerte no sonríe. Desde su nacimiento ha estado en la cocina y ahí permanece por el resto de sus días. Está condenada a quedarse soltera, ya que al ser la menor de sus hermanas debe dedicar su vida a servir y cuidar de su mandona madre.
El relato salta de una tristeza de Tita a otra. Se va quedando paulatinamente sola en una casa hostil, con una madre tirana y una hermana en hacerle la vida imposible. Se enamora pero queda en nada cuando su madre lo frustra todo y Pedro decide casarse con su hermana para estar cerca de ella, comenzando así con el larguísimo camino de su amor desventurado.
La autora construye personajes complejos que retratan la realidad latinoamericana rural, lo más profundo y arraigado de nuestros países, sus costumbres locales que en realidad son continentales. Su relato está salpicado con realismo mágico, situaciones increíbles que se vuelven lógicas en ese remoto paraje asechado por revolucionarios y soldados.
¿Qué latinoamericano podría no sentirse identificado con muchas de las situaciones en el texto? Todos hemos vivido historias así en nuestro países, por lo que a pesar de ingredientes y recetas extranjeras nos vemos reflejados todos en los padecimientos y aventuras de la familia.
Tita es fuerte, pero cobarde. No quiere cumplir con su destino, pero no se atreve a ir más allá y desafiar a todo lo establecido. Se sacrifica contínuamente por todos y su preocupación salta de persona en persona, pero siempre olvidándose de sí misma. No puede cortar lazos con Pedri y no puede volar porque la promesa de un supuesto amor eterno sigue allí.


Mi recuerdo era mejor que el sabor que dejó la segunda vez. Como personaje principal, Tita me resulta un poco pasiva, pero es Pedro quien me saca de quicio. ¿La hace sufrir todo el libro y aún así quiere que esté ahí para él? Eso sí, tiene una metáfora preciosa con los fósforos y aquí se las dejo.


"Todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca"